Los que vivimos en búsqueda de aventuras, estamos dispuestos a ir donde sea con tal de "pegar buen ride", como se dice coloquialmente aquí en Costa Rica.
Recientemente encontramos en la página Qué Buen Lugar una recomendación a una ruta mágica, llena de retos y obstáculos, con la recompensa final de una catarata alta hasta el cielo. Gracias a las sugerencias e indicaciones de esta página fue que logramos hacer esta ruta - no recomiendo que se aventuren a intentarlo sin seguirlas.
El viaje comenzó tarde, como todos los viajes con grupos grandes, pero con excelente actitud, dispuestos a pasarla bien. Empezamos la larga caminata (en total se hacen 7km hasta la catarata y luego otros 7 de vuelta), pasando por calles y ríos y luego se comienza uno a internar en el bosque - un hermoso bosque primario, pisado originalmente por tribus aborígenes de la zona y luego por españoles conquistadores (cerca hay varias rutas originales de esta época). Entre árboles y ramas caídas, terreno irregular, pasadas de ríos, piedras grandes que hay que trepar, va descubriendo uno el camino; poco a poco vas perdiendo la noción de la ciudad y lo único que se escucha es el escándalo de las chicharras, lo único que se siente es el frío húmedo del bosque guapileño.
La ruta es demandante físicamente, con mucha distancia por recorrer y terreno muy irregular que dificulta el paso rápido, pero es, por mucho, la ruta más interesante que he recorrido. Tiene variedad de vistas y faunas, tiene retos en medio que son entretenidos y tiene al final la hermosa catarata, que parece alzarse por encima de uno mucho más de lo que realmente es (90m).
Cuenta la leyenda que el agua helada que cae al pie de la catarata del río Blanco es rejuvenecedora, así que si uno se consume en ella, tendrá 100 años de juventud. En realidad la leyenda nos la inventamos nosotros, pero lo que es cierto es que, al comenzar a acercarse a la catarata, peleando contra el agua fría que salpica y la corriente un tanto fuerte que trae consigo el río, se puede sentir muy claramente el poder de la naturaleza. Luego de sumergir la cabeza en el agua helada, además, siente uno aún más esta fuerza natural, que te deja aunque sea solo por unos cuantos segundos, sin aire.
Hoy, luego de más de una semana de haber recorrido este terreno tan impresionante, aún siento mi alma revitalizada por este recorrido empapantemente divertido.